sábado, 9 de mayo de 2009

PEDAGOGÍA CRÍTICA

El presente ensayo versará sobre la pedagogía en el país en los años setentas con el objetivo de contextualizar el nacimiento de la pedagogía crítica y a la vez a manera de introducción para adentrarse al tema; pero además con un poco de mayor profundidad en el transcurso del desarrollo de la temática se darán los sustentos que fundamentan a la pedagogía crítica desde el punto de vista de algunos representantes de la misma.
Resulta necesario señalar antes de ahondar en la pedagogía en México en los años 70 un hecho histórico que fuel al parteaguas entre una ideología pasiva hacia el surgimiento de una nueva visión frente a la opresión del gobierno. En 1968, surgieron conflictos estudiantiles previos a la realización de las Olimpiadas que ese año se organizarían con gran éxito en el país. Coincidente con lo que ocurría en otros lugares del mundo, se generó un movimiento universitario que, no sin un costo significativo en represión, marcó las pautas para un cambio gradual, de serias repercusiones políticas para el Gobierno, que iniciaría un cambio en las relaciones que desde los años 70 se ha observado entre el Estado y la sociedad mexicanos.
Desde un punto de vista cultural, se abriría entonces otra etapa para el país, especialmente para los jóvenes de la propia generación del 68, pero también para los de las siguientes generaciones. Apertura ideológica a menudo en conflicto con la autoridad presidencial, interés crítico, creatividad, proliferaron muy marcadamente durante los años siguientes y todavía hoy se percibe el eco de las corrientes artísticas y culturales a las que entonces se dio lugar. Es decir se empieza a germinar una pedagogía crítica.
En ese marco de movimientos ideológicos, 1970 cuando toma posesión el presidente Luis Echeverría Álvarez inicia en una coyuntura política desfavorable. En el país no se habían detenido los efectos producidos por la ruptura política de 1968, y en el exterior comenzaban a darse en la economía mundial los primeros síntomas del proceso inflación-recesión, que culminarían en una crisis en 1973. La repercusión inmediata del fenómeno mundial se expresó en una rápida elevación de precios, escasez de circulante, desempleo y escasa inversión privada.
En el rubro educativo en el periodo de Echevarría es rescatable la fundación de escuelas agropecuarias, el Colegio de Bachilleres, la Universidad Autónoma Metropolitana y el Centro de Estudios del Tercer Mundo. Además de que en 1970 se plante la Reforma Educativa para revisar y actualizar todos los métodos y procedimientos del Sistema Educativo Nacional, siendo titular de Educación Pública Víctor Bravo Ahuja.
La Reforma Educativa “abarca todos los niveles y trata de estructurarlos progresivamente conforme su contenido y a su metodología que garanticen una preparación científica y humanista sólida”[1], incluyendo una formación general en los programas que le permitiera a los alumnos en caso de interrupción de estudios integrarse al desarrollo productivo del país.
Los contenidos tendían a desarrollar las capacidades de vocación, de análisis y las inquietudes intelectuales del estudiante, los programas debían estar al día con los adelantos de la ciencia y la cultura. Se pretendía dar a tención especial a los estudios agropecuarios, al marginalismo urbano, rural e indígena; especialmente a los bachilleratos técnicos para darle continuidad a tecnológicos.
En el caso del Politécnico Nacional la educación se orientó hacia el desarrollo y preparación para el mejor aprovechamiento de los recursos naturales lo que desembocó en la creación de los centros de estudios científicos y tecnológicos en 1971; aunque unos años atrás en 1963 ya se habían creado las prepas técnicas con ramas en ingeniería, físico matemático, ciencias biológicas, administrativas y sociales.
Se viene una serie de ajustes o restructuraciones con la Reforma Educativa como la expedición en 1974 de la Nueva Ley Orgánica del Instituto Politécnico Nacional para actualizar las disposiciones generales, la creación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología encargado de coordinar las investigación científica mexicana, se reestructura la Secretaria de Educación Pública creándose para una mejor coordinación cuatro subsecretarías: Planeación y coordinación, Educación Media, Técnica y superior, la de Cultura Popular y Educativa extraescolar y la de Educación Primaria y Normal.
Sin duda que todos estos cambios en la educación, en la política, en lo social en lo ideológico dio un giro importante en la forma de concebir la educación en las aulas, ya no importaba cómo el docente haría para que los alumnos adquirieran más conocimientos, sino cómo hacer que estos se volvieran más consientes y más deseosos de cambiar el mundo. Es decir el desarrollo del pensamiento educativo con materiales filosóficos y sociológicos, que hacen que el individuo sea reflexivo, que cuestione e interprete la realidad en la que vive.
Pero para poder lograr esa mentalidad crítica en los alumnos, se vuelve necesario responder la pregunta: ¿ante este nuevo enfoque social de a educación cómo concibe el maestro la escuela? “La escuela no es un simple lugar de adoctrinamiento o socialización o un sitio de instrucción, sino también un terreno cultural que promueve la afirmación del estudiante y su autotransformación…un espacio de liberación”.[2] En donde se debe tomar en cuenta los intereses o la motivación de los alumnos.
Estas premisas anteriores nos plantean un análisis crítico de la práctica docente y de los factores que intervienen en ella: roles de los miembros, la dinámica de la institución, papel de las autoridades educativas, etc. Necesariamente que para cumplirlas; la interacción del maestro y alumno se dará en función de la investigación permanente, del fomento de espacios de análisis, síntesis, de reflexión y discusión.
Por tanto la misión del docente consiste en crear las condiciones de trabajo que permitan al alumno desarrollar los conocimientos críticos y las habilidades necesarias abordando problemáticas de sus necesidades y experiencias que le dan un sentido de voz y de identidad propia. El principio pedagógico que aquí interviene es el de validar la experiencia de los alumnos con el fin de darles facultades críticas. De ahí que se diga que “el corazón de cualquier pedagogía crítica se halla la necesidad de que los maestros trabajen con los conocimientos que los alumnos en realidad poseen”.[3]
Dichos conocimientos escolares expresados por los alumnos, no hablan por sí mismos, están cargados de experiencias ideológicas y culturales, que no se pueden dejar aun lado porque se perderían los fundamentos gracias a los cuales aprenden, hablan o imaginan. De no hacerlo así el maestro no podrá explotar las motivaciones, emociones e intereses que les dan a los alumnos su voz propia y singular.
Por eso se recomienda que los maestros:
“desarrollen prácticas pedagógicas que vinculen las experiencias de los estudiantes con aquellos aspectos de su vida comunitaria que informan y dan apoyo a tales experiencias. Por ejemplo, los estudiantes de la docencia podrían compilar historias orales de las comunidades en las que enseñan, que se podrían usar como un recurso de la escuela y del plan de estudios”[4]
Esas historias compiladas por los alumnos pueden servir para hacer espacios públicos donde las den a conocer, donde se reúnan con compañeros y maestros a platicar, dialogar, debatir, compartir sus relatos y estrechar relaciones sociales. Provocando que alumnos tengan un papel activo y productivo en la escuela.

Por último quiero puntualizar que como maestros tenemos una gran responsabilidad para cambiar el rumbo de la educación y del mismo país, que ya no vasta sólo con ser un buen maestro pedagógicamente hablando, sino ser también maestros sociales, haciendo del aula un espacio de movilidad social, donde se practique la lucha por democracia, la lucha política y la lucha social.
Cierro con este párrafo que engloba la esencia de lo que debe ser un verdadero maestro :
“Coincidir con Freire es identificarse con los desposeídos, es asumirse y sumarse en la lucha contra la opresión, es ser político y hacer de la educación un acto político, es liberar y liberarse juntos, como él lo decía; en resumen, es tomar las palabras y transformar el mundo”.[5]

SOLANA, Fernando, CARDIEL, Reyes Raúl, BOLAÑOS, Martínez. Historia de la Educación Pública en México. Edit. FEC. México 1998. Pp. 612.
MCLAREN, Peter. La vida en las escuelas, una visión a pedagogía crítica en los fundamentos de la educación. Edit. Siglo XXI. México 1989. Pp. 302.
MCLAREN, Peter. Pedagogía crítica y cultura depredadora, políticas de oposición e la era posmoderna. Edit. Paidos Educador. Barcelona 1997. Pp. 344.
GIROUX, Henry A. La escuela y la lucha por la ciudadanía. Edit. Siglo XXI. México 1993. Pp. 333.
GARCÍA, Chávez Rafael. Quería Escribir un Ensayo y Hablar sobre Freire. http://fundacionmclaren.org/paulofreire/garcia.html. Consultado el 30 de sep.

[1] SOLANA, Fernando, CARDIEL, Reyes Raúl, BOLAÑOS, Martínez. Historia de la Educación Pública en México. Edit. FEC. P.511.
[2] MCLAREN, Peter. La vida en las escuelas, una visión a pedagogía crítica en los fundamentos de la educación. Edit. Siglo XXI. P 205.
[3] GIROUX, Henry A. La escuela y la lucha por la ciudadanía. Edit. Siglo XXI.P. 298.
[4] Ibídem. P 301
[5] GARCÍA, Chávez Rafael. Quería Escribir un Ensayo y Hablar sobre Freire. http://fundacionmclaren.org/paulofreire/garcia.html

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