domingo, 2 de marzo de 2008

La escolástica

La escolástica
Hablar de la escolástica sin dejar de pensar en lo que tenemos como principios, valores e ideología sobre la iglesia católica es un poco complicado, esto por el peso que la misma tiene en la formación que se nos ha dado. El presente escrito versará sobre el tema antes mencionado: La escolástica; en su contenido se describirá su concepto, el contexto en el que se desarrolló, las etapas y hechos que se dieron en la misma, los principales exponentes, las aportaciones en materia de educación y sus repercusiones en la sociedad. De alguna manera el punto de vista que se pueda dar del tema, como lo mencioné antes será bajo la concepción que se tiene del mismo.
Iniciaremos entonces, por mencionar el concepto: “La escolástica es un movimiento intelectual oriundo de la Edad Media, preocupado por demostrar y enseñar las concordancias de la razón con la fe por el método deductivo silogístico, conducente a eliminar las posibles contradicciones de las verdades transmitidas en materia de dogma por los filósofos y teólogos oficiales de la Iglesia”[1]
Fue la principal corriente en las escuelas y universidades de Europa durante la edad media, en su ideal trataba de integrar en un sistema ordenado el saber natural de Grecia y Roma y el saber religioso del cristianismo. En su origen “escolástico” era un término designado a los maestros de las escuelas monásticas o catedralicias medievales, de las que surgieron las universidades, pero al final se aplicó a cualquiera que enseñara filosofía o teología en las escuelas o universidades.
Algunos procedimientos didácticos que se utilizaban en las universidades en la Edad Media fueron: la lectio, la collatio, la glosa, el dictamen, el dialogo, la discusión dialéctica, cuestiones disputadas, cuestiones quodlibet, el uso de la lógica, la demostración, la discusión y el debate público. Este último usado como instrumento educativo flexible para estimular, probar y comunicar el progreso del pensamiento en la filosofía y en la teología.
Los escolásticos estaban convencidos que había una armonía fundamental entre razón y revelación; afirmando que el mismo Dios era la fuente de ambos tipos de conocimiento y la verdad era uno de sus principales atributos. Como ellos creían que la revelación era la enseñanza directa de Dios, ésta tenía para ellos un mayor grado de verdad y certeza que la razón natural.
Las creencias sustentadas de los escolásticos, no admitían análisis o evidencias que las invalidaran, manifestándose así en las frecuentes amenazas sobre los precursores del pensamiento científico por medio de la opresión ejercida por la Santa Inquisición en la Edad Media. A estos acontecimientos se le conoce como el oscurantismo religioso. Mismo que freno de alguna manera el desarrollo de la ciencia y que M.A Dynnik lo define como “persecuciones de que era objeto el pensamiento independiente, científico y filosófico”[2]; sobre decir, por que así le convenía a los intereses de la Iglesia.
A pesar de la ideología de los escolásticos y de la aparente distancia con la filosofía, está estuvo al servicio de la escolástica, puesto que los teólogos la utilizaban para comprender y explicar la revelación.

La escolástica pasó por una evolución en tres fases; la inicial donde había una estrecha identificación entre razón y fe; pero la fe debía prevalecer siempre sobre la razón, así como la teología sobre la filosofía. Los fundadores más representativos de la primera etapa (siglos IX al XII) fueron san Anselmo y el filósofo y teólogo Pedro Abelardo; San Anselmo considerado como el primer escolástico, escribió las obras tituladas Monologion y Proslogion que tuvieron una gran repercusión posterior en su tan debatido argumento ontológico para probar la existencia de Dios. Pedro Abelardo renovó la lógica y la dialéctica y creó el método escolástico de la quaestio —un problema dialécticum.
Posteriormente se pasó a una segunda fase; en que se pensaba que la razón y la fe tenían sólo una zona en común. Poco a poco el movimiento escolástico fue sustentándose más hasta que llegó a su apogeo en el siglo XIII, se fundan las universidades y surgen las órdenes mendicantes (dominicos y franciscanos), de donde procederán la mayoría de los teólogos y filósofos de la época, entre ellos: Santo Tomás de Aquino, autor de la obra cumbre del escolasticismo, la monumental Summa Theologiae y San Alberto el Grande que rechazó la idea de que los misterios de la teología (la encarnación, La Trinidad) podían explicarse racionalmente; pero afirmó que son validos por la revelación.

Por último, ya a fines del siglo XIII y comienzos del XIV, se llega a la última fase en donde la ruptura entre razón y fe fue absoluta, así como entre filosofía y teología. Los franciscanos empiezan a cuestionar la escolástica y ésta entra en decadencia. Sus principales representantes fueron: Escoto y Occam. Escoto, sustituye la idea de Dios por la idea del ser en cuanto ente. La teología deja de ser considerada una verdadera ciencia ya que es incapaz de demostrar sus afirmaciones fundamentales, convirtiéndose en un saber "práctico" que conduce al hombre hacia la salvación eterna.
Occam por su parte, “negó que las doctrinas teológicas pudieran ser demostradas por la razón y mantuvo, que eran en absoluto, materia de fe. Preparó el camino par el estudio de la naturaleza y el pensamiento[3]
Esta tendencia desembocó de forma teórica en la pérdida de confianza en la razón natural humana y en la filosofía, y así lo asumieron los primeros reformadores religiosos protestantes, como Martín Lutero. Estas nuevas tendencias, reformas e ideologías, marcan la decadencia del movimiento escolástico y el inicio del Renacimiento.
Después de enmarcar los acontecimientos de ésta época se puede concluir con algunos puntos:
Como antecedente de la educación el movimiento escolástico es positivo, ya que da a conocer en su enseñanza procedimientos didácticos que fueron retomados y enriquecidos posteriormente en otro tiempo. Decir que dichos procedimientos eran buenos o malos, es muy atrevido; puesto que en su contexto y época pudieron ser útiles y valiosos. Ya lo dice el dicho “no todo lo viejo es malo, ni todo lo nuevo funciona”, es decir se debe rescatar lo positivo de éste movimiento y descartar lo que se considere obsoleto.
Todo movimiento en su época y en su momento aporta y marca en la historia positiva o negativamente el rumbo a seguir para mejorar o tratar de no cometer los mismos errores. Esto permite a las sociedades crecer y avanzar en los aspectos sociales, económicos y políticos; aspectos necesarios para el desarrollo de las mismas. Reprimir u obstaculizar este desarrollo, lleva a la caída de un sistema o movimiento; como fue el caso de la escolástica, que la opresión que ejerció la iglesia sobre el pensamiento científico, la llevó a su decadencia.
El cristianismo y cualquier religión, como aporte de valores y como acto de fe, es parte esencial de todo ser humano, eso que no se puede ver, pero que existe dentro de nosotros; es la clave y el motivo que dirige los actos de los individuos. Es necesario creer en algo o en alguien, para una armonía con los demás. Toda sociedad desprovista de valores, creencias, sentimientos; estarán propensas a su destrucción.
BIBLIOGRAFÍA


LARROYO, Francisco. Historia General de la Pedagogía. Editorial Purrúa. S.A. México DF. 1977


DYNNIK, M.T. Iovchuk. Historia de la Filosofía. Editorial Grijalbo. México DF. 1968.


PONCE, Aníbal. Educación y lucha de clases. Ediciones de Cultura Popular.

[1] LARROYO, Francisco. Historia General de la Pedagogía. Editorial Purrúa. S.A. México DF. 1977
p.260.
[2] DYNNIK, M.T. Iovchuk. Historia de la Filosofía. Editorial Grijalbo. México DF. 1968. p.257.

[3] LARROYO, Francisco. Op. cit. P.265.